GIFSoup Una cara con ángel, lo repetiremos cien y mil veces, porque hy ciertas películas que uno no sabe si votar atendiendo al corazón o a la cabeza. En este caso, si al final sólo hubiera atendido al análisis frío y calculador, mi nota hubiera sido un siete o un ocho. Pero mi conciencia me impedía no calificar con un diez este espectáculo tan maravilloso que puedo ver veces y más veces sin cansarme. Seguramente, desde un punto de vista técnico, esta película no sea una obra maestra, pero, cuando los sentimientos cobran vida, es difícil hacer valoraciones abstractas y puramente racionales. Muchos elementos hacen que esta cinta sea una de mis favoritas. En primer lugar, la conjunción de dos actores tan geniales como Audrey y Fred. Si ambos, por separado, son eternos, su unión representa una de las cimas del séptimo arte. Se tenía miedo de que la diferencia de edad entre ellos no hiciera creíble la historia de amor. Ese prejuicio sólo lo puede tener quien no conozca a Fred Astaire. Un hombre etéreo y ligero -como lo definió Vincente Minnelli-, que casi no es de este mundo, puede tener lo mismo veinte que cincuenta años, porque sus bailes lo elevan al cielo y lo alejan de lo terrenal y mundano. En segundo lugar, ese carácter eterno de ambos actores, unido al perfil de sus personajes (Astaire como un pragmático norteamericano, Audrey como una joven intelectual que desprecia al principio los sentimientos y el amor) evitan que la película caiga en un tono almibarado y de romanticismo pedante. En tercer lugar, nos encontramos con unas canciones inolvidables -"música de alas" ha escrito Cabrera Infante en “Cine o Sardina”- de George e Ira Gershwin , entre las que destacan "He loves, She loves", "Funny face", "Bonjour, París" o "´S wonderful", por ejemplo. Y, cómo no, hay que citar al gran director que fue Stanley Donen, un genio del musical que tiene en su haber películas como "Cantando bajo la lluvia", "Un día en Nueva York" o "Siete novias para siete hermanos", entre otras. Un genio que cumplió su sueño de dirigir a Fred Astaire, al que había visto siendo un niño en "Volando hacia Río de Janeiro", dirigiéndolo en "Bodas Reales" y en la película que nos ocupa. Para terminar, hay que decir que Fred y Audrey desearon enormemente trabajar juntos. Tambien ella, siendo niña, había soñado con bailar un día con Fred. Y éste sabía que Audrey era la mejor y no quería pasar la oportunidad de poder trabajar con ella. Dijo Terenci Moix en su magnífico libro “Mis inmortales del cine. Años 30”, en el capítulo dedicado a Fred Astaire, que esta película era y sigue siendo maravillosa. Lo será siempre porque, como hemos dicho, en sus imágenes y en su música sigue rezumando esa sensación de eternidad que tan pocas veces se alcanza.
Moderno cuento de la Cenicienta en el que una dependienta de una “siniestra” librería de Greenwich Village, cerrada a las emociones y entusiasta de un movimiento filosófico denominado enfaticalismo, ve como su vida puede cambiar de la noche al día.Se trata de una simpática comedia romántico-musical, con una visión desenfadada sobre el mundo de la moda de los años 50. Tiene una estética muy llamativa, llena de colorido, utilizado de manera ingeniosa. La fotografía de Richard Avedon es muy destacable, así como los elegantes diseños de Givenchy, amigo personal de Audrey Hepburn y fiel colaborador.Se hace un poco de sorna respecto a los movimientos existencialistas de la época, en tono de broma, de la misma manera que se ridiculiza la superficialidad de algunos aspectos del mundo de la moda (por ejemplo, la modelo Marion, incapaz de pensar, sólo sabe poner posturitas), al tiempo que se elogia (tiene también la capacidad de hacer realidad los sueños o unir a personas).Respecto a los números musicales, hay un poco de todo: buenos números (como mi preferido, el de la ciudad del amor, París, en donde se hace un breve repaso de los ilustres monumentos, como la inolvidable estampa de la Victoria de Samotracia con Audrey de rojo o el de Fred Astaire en plan torero), otros simpáticos (como Think Pink, realmente ingenios y técnicamente muy logrado, o Como ser un encanto) y algunos más discretos.Sí es cierto que la diferencia de edad se nota, 27 radiantes años de Audrey por 57 de Fred, pero aún así la cinta funciona, gracias a la calidad de ambos, sobre todo, en los números musicales.La solvencia de Fred Astaire en este terreno es incuestionable: lleva el baile en las venas. Audrey Hepburn, elástica y etérea, bien dotada para el baile, no en vano fue bailarina en sus inicios, está a su altura, ejecutando magníficamente sus números.En definitiva, una película agradable, optimista, de gran belleza plástica en algunos momentos con tres grandes bailarines y grandes momentos musicales. Y luego está Audrey Hepburn, deslumbrante, en uno de sus mejores momentos (tiene tantos mejores momentos…)
No hay comentarios:
Publicar un comentario