Según declara el propio Huston en su biografía, ésta era una película que no podía soportar. Volvemos a lo de siempre: el autor suele ser el crítico menos confiable de su propia obra. Porque él tendrá en cuenta los problemas que le supuso, las incómodas presiones que sufrió, las diferencias con el resto de profesionales...; y éstas son cosas que al espectador, salvo que sea uno de esos mitómanos más preocupado por la rumorología y cotilleos que rodean a la película que por esta misma, le deberían importar muy poco. Esta vez los problemas los tuvo con Burt Lancaster, que aquí ejercía también de productor, quien, en opinión de Huston —y en parte estoy de acuerdo—, impidió que se aprovecharan mejor la conflictiva relación entre los hermanos y la figura del indio secundario, entre otros aspectos, y exigió dar más protagonismo a la historia de amor. Otro motivo, más importante aún si cabe, fue el sentimiento de culpa por el grave accidente que tuvo Audrey (más abajo, en la sección de Curiosidades, explico mejor el percance).Lo que ya no soy capaz de justificar o explicar es la abismal diferencia entre mi opinión y la de aquellos críticos estadounidenses que vapulearon la película el día de su estreno. Dejo la labor en manos de algún otro usuario cuya perspectiva haya encontrado más fallos que la mía, que seguro que lo hay, y también tiene su derecho a expresarse.Por otra parte, independientemente del guión, reconozco que hay tramos en los que veo al director bastante perdido. Para mi gusto, la presentación, sobre todo en lo que toca a la muchacha interpretada por Hepburn, llega a ser tan cursi como la peor de las navidades en 'La casa de la pradera'. El asedio de los indios se alarga demasiado y no se cierra elegantemente, hay tres o cuatro incoherencias —por ejemplo: los indios caen como moscas; las mujeres, que en ningún momento han sido presentadas como pistoleras, disparan a matar con una sangre fría impropia de un ser humano—, y la música no la encuentro especialmente inspirada.
No obstante, me parece bastante intrigante; a pesar de todo, la historia sobre racismo, secretos, mentiras y pasados ocultos me parece muy buena. Y ofrece además algunos detalles soberbios que pasan por ser de lo mejor del western: las escenas de doma; la persecución del loco en plena tormenta de arena; la batalla psicológica que se desencadena con el piano, que me parece brutal; una Audrey que pasa creíblemente por india kiowa; el juego con las caricias de Lancaster a su hermana; una fotografía más oscura de lo habitual; pero sobre todo la escena del ahorcamiento, que es una maravilla en la que se condensan la locura, el odio y la venganza.Curiosidades:• Durante el rodaje, Audrey, que estaba preñada de unos pocos meses, cayó de un caballo encabritado y terminó con cuatro vértebras fracturadas, un esguince de tobillo y desgarros en varios músculos de la espalda. Mel Ferrer, por aquel entonces su marido, presionó para intentar cancelar la producción por completo, pero los productores sólo aceptaron conceder las seis semanas de reposo que los médicos juzgaron para una recuperación suficiente. Durante la convalecencia se rodaron algunas escenas con un doble; tras ella, e incluso a petición propia, se reincorporó para finalizar su trabajo. A causa de los refuerzos ortopédicos que tenía que llevar en la espalda, se rehizo su vestuario. El accidente hizo que su bebé, ya finalizado el rodaje, naciera muerto en lo que supuso el segundo embarazo frustrado de la actriz. Esto la sumió en una grave depresión que hizo temer por su salud mental: llegó a pesar cuarenta kilos, a fumar más de tres paquetes de cigarrillos al día y a destrozarse los dedos de tanto morderse las uñas. Audrey tendría aún otros tres abortos, pero también dos hijos sanos que quizás la salvaron de la locura, pues una de sus obsesiones, ya desde niña, era ser madre de una familia numerosa.• Antes de comenzar el rodaje, Huston y Lancaster se llevaron a la actriz Lillian Gish (la que hace de matriarca de la familia Zachary) al desierto para enseñarle a disparar, puesto que su papel lo requería. Pero la sorpresa fue mayúscula cuando descubrieron que la "novata" era capaz de tirar con más precisión y rapidez que ellos, que se consideraban expertos. Resultaba que ella, en sus comienzos en el cine, había coincidido en el reparto de una película con el famoso pistolero Al J. Jennings, que se había pasado al mundo del espectáculo tras haber cumplido una larga condena por robo, y le había enseñado a disparar. Como fue una práctica que le gustó, con los años se había convertido en una experta.
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