lunes, 2 de mayo de 2011

El encanto, la vulnerabilidad y la inocencia




El encanto, vulnerabilidad e inocencia de Audrey Hepburn continúan cautivando a millones de admiradores. La inolvidable protagonista de 'Desayuno con diamantes', 'Sabrina' y 'My Fair Lady' falleció víctima de un cáncer de colon el 20 de enero de 1993 y, trece años después de su muerte, sigue siendo recordada por su estilo y elegancia. De grandes ojos y largo cuello, 'la princesa de Hollywood' -el apodo se lo puso Frank Sinatra- es el nombre del último trabajo del que es el biógrafo de las estrellas, Donald Spoto. A lo largo de cuatrocientas páginas, este cronista de la meca del cine hace un triste y emotivo retrato de este icono del siglo XX en 'La biografía' (Lumen'), desde su infancia en Holanda durante la Segunda Guerra Mundial hasta sus intentos por triunfar en el mundo del ballet, sus primeros pasos en el mundo del cine, su triunfo como actriz, sus «desgraciados» matrimonios y su dedicación a los más desfavorecidos en los últimos años de su vida.El también autor de las biografías de Hitchcock, Marlene Dietrich, Marilyn Monroe e Ingrid Bergman aplaude el que la desaparecida intérprete belga esté de moda. «El resurgimiento de su figura, que me viene muy bien, tiene su base en que la gente está cansada de la era de los vaqueros rotos y se empieza a valorar el buen gusto y la elegancia. Y Audrey representa la elegancia», dice Spoto, que ha rescatdo documentos y dedicado muchas horas de conversación con amigos y compañeros de esta mujer de apariencia frágil que, en palabras del escritor, siempre tuvo como compañeros de viaje el miedo y la inseguridad.Dice Spoto que esta hija de una baronesa holandesa que se arruinó durante la guerra y tuvo que trabajar como cocinera y florista «no era un santa y tampoco un diablo, sino una persona que sufrió, lucho mucho y fue muy infeliz y, a pesar de todo, hizo un gran esfuerzo para que el mundo fuera mejor. Me ha sorprendico la profundidad de su sufrimiento porque, episodio tras episodio, vivió el abandono de su padre, la II Guerra Mundial, la decepción de no poder ser bailarina clásica, sus infelices matrimonios, seis abortos...Pero no fue de víctima», apostilla.Con el mismo apellido que otra de las grandes -Katharine Hepburn-, este ángel de la guarda para los niños del mundo -fue embajadora especial de UNICEF- fue una niña «melancólica y callada» que desde los seis años tuvo que vencer «desafíos y obstáculos».




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