viernes, 8 de abril de 2011

My Fair Lady

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My Fair Lady es una comedia musical ideada por Gabriel Pascal, cuyo libreto y música firmaron Alan Jay Lerner (letras) y Frederick Loewe (música). Está basada en la obra teatral Pigmalión de George Bernard Shaw.


La historia relata la vida de Eliza Doolittle, una florista callejera londinense a quien el profesor de fonética Henry Higgins, después de una apuesta con su amigo el coronel Pickering, propone darle clases para poder pasar por una dama de la alta sociedad. Higgins se atribuye el éxito de la empresa menospreciando el esfuerzo de Eliza, quien tiene una gran desilusión, aunque finalmente le acaba perdonando y decide quedarse con él.

El musical de Broadway de 1956 fue un gran éxito, estableciendo un nuevo récord del musical más representado en la historia. Le siguió una producción teatral en Londres, una exitosa película y numerosas reposiciones. Se considera «el musical perfecto»


En 1964 se lleva al cine dirigida por George Cukor y protagonizada por Rex Harrison y Audrey Hepburn, adaptación del musical teatral del mismo título de Alan Jay Lerner y Frederick Loewe, que a su vez se había basado en la obra de teatro Pigmalión de George Bernard Shaw. Esta película recibió ocho Premios Óscar, incluyendo mejor película, actor y director.


Argumento

Londres, 1912. Una tarde lluviosa en Covent Garden, al salir de la ópera encontramos a Henry Higgins (Rex Harrison), un arrogante, irascible y misógino profesor de fonética, que cree que el habla de una persona determina su futuro social. Presume de ello frente al Coronel Hugh Pickering (Wilfrid Hyde-White), también experto en fonética y admirador de sus métodos, asegurando que puede enseñar a cualquier mujer a hablar con propiedad hasta el punto de hacerla pasar por duquesa en el baile anual de la Embajada. Para ello cita como ejemplo a una joven florista callejera llamada Eliza Doolittle (Audrey Hepburn), con un fuerte acento cockney, la cual había sufrido un percance con el público que salía de la ópera que la había enfadado y no paraba de quejarse por ello.

Eliza se dirige al día siguiente a la casa de Higgins para recibir clases de dicción. Su ambición es trabajar en una floristería, pero su acento le impide llegar tan lejos. Sólo puede pagarle un chelín por clase, estando Higgins acostumbrado a clientes con mayor poder adquisitivo. El Coronel Pickering, que está con Higgins, se siente intrigado por la idea y apuesta a Higgins todos los gastos del experimento a que no consigue hacerla pasar por una dama de la alta sociedad en seis meses, desafío que Higgins acepta.

El padre de Eliza, Alfred P. Doolittle (Stanley Holloway), basurero de profesión, se presenta 3 días después queriendo proteger la dignidad de su hija, pero en realidad sólo busca sacar algo de dinero a Higgins, que lo soborna con 5 libras esterlinas. Higgins queda impresionado con la honestidad del basurero y su don natural para la retórica, y especialmente su falta de principios. Doolittle se justifica diciendo que no puede permitírselo. Higgins recomienda entonces a Alfred Doolittle a un estadounidense rico interesado en discursos de principios morales.

Eliza se somete a diversas formas de mejorar su dicción, como hablar con la boca llena de canicas. Al principio apenas progresa, pero cuando Higgins y Pickering están apunto de tirar la toalla, Eliza vuelve a intentarlo y lo logra; instantáneamente empieza a hablar con un acento británico estándar de clase alta.

Para probarla, Higgins la lleva al palco de su madre en el hipódromo de Ascot, donde causa buena impresión con sus modales refinados, pero asusta a todo el mundo con un pequeño lapsus impropio al animar a un caballo para ganar la carrera. Higgins, que desprecia la pretenciosidad de la aristocracia, disimula una sonrisa en ese momento.

Higgins finalmente la lleva al baile anual de la embajada, donde Eliza consigue pasar exitosamente como una misteriosa dama de la nobleza e incluso baila con el príncipe de Transilvania. En el baile se encuentra Zoltan Karpathy (Theodore Bikel), un húngaro experto en fonética enseñado por Higgins. Tras una breve conversación con Eliza, certifica que es de sangre azul. Esto hace la noche más amena a Higgins, que siempre ha visto a Karpathy como un aprovechado y un fraude.

Después de todo el esfuerzo que ella ha hecho, Eliza no recibe reconocimiento por parte de Higgins y Pickering, todas las alabanzas son para Higgins. Esto y el trato servicial que Higgins espera de ella, especialmente la indiferencia acerca de su futuro provocan que Eliza abandone la casa, dejando al profesor intrigado por su ingratitud.

Acompañada por Freddy Eynsford-Hill (Jeremy Brett), un joven que conoció en Ascot y que se ha enamorado de ella, Eliza regresa a su antiguo entorno en Covent Garden, pero descubre que con sus modales refinados, su acento y sus vestidos de marca no encaja allí. Encuentra a su padre, que había recibido una enorme fortuna del millonario estadounidense al cual Higgins le había recomendado, y está preparándose para casarse con la madrastra de Eliza (siente que Higgins lo ha arruinado, pues ahora debe regirse por unos principios morales). Eliza se marcha y acude a la casa de la Señora Higgins, la madre del profesor, que está muy enfadada por el comportamiento de su hijo.

Higgins encuentra allí a Eliza al día siguiente, e intenta hablar con ella y convencerla de que vuelva. En una ardua discusión, el ego de Higgins se siente dañado cuando Eliza anuncia que se va a casar con Freddy y convertirse en la asistente de Karpathy's, pues no sólo desprecia a Karpathy, sino también considera a Freddy patético e indigno de los nuevos estándares de Eliza. Eliza se siente satisfecha de hacer probar a Higgins su propia medicina y lo rechaza. Higgins admite que en vez de una carga a sus espaldas es una fuente de fortaleza, y que le gusta así, pero ella se marcha diciendo que nunca volverán a verse.

Tras una discusión con su madre, donde decide que no necesita a Eliza ni a nadie más para ser feliz, Higgins se marcha a casa insistiendo en que Eliza volverá arrastrándose a él. Sin embargo, se da cuenta que se ha acostumbrado a su rostro ("grown accustomed to her face"), y lo único que le queda de ella son grabaciones de sus lecciones de dicción que puede poner en su fonógrafo. Entonces, Eliza aparece de repente en la casa, dejando un final ambiguo.


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